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Atte: Shinigami Lukitha


[FANFIC] Lukidella Cap. I
2012/08/01 | 10:59 | 0 comments
El primer fanfic que subiré a este precioso blog *u*es este que estoy escribiendo por ahora titulado "Lukidella". Es el primer Fanfic multichapter que hago, asi que les pido algo de paciencia n.n

Espero que les guste y no se olviden de comentar. Sus comentarios son mi inspiración.


Lukidella por S. Lukitha
Clasificación: T
Genero: Romance, fantasía, comedia.
Estatus: En pausa.
Capítulos: 1 2 3 4 5
Sumary: Esta es mi versión de la "Cenicienta" al estilo kpop, centrada en las boybands MBLAQ y B2ST con algunos OC (Original Character) de por medio *U*. Tiene algunas variaciones de la historia original de Disney, pero espero que aún así sea de su agrado n.n

Había una vez en la mansión de una noble familia del siglo XXI, ubicada en el reino de Kpopland, una hermosa sirvienta llamada Lukidella.
Ella trabajaba en dicha mansión desde que era muy pequeña, debido a que su madre también trabajaba allí como ama de llaves. Con el paso de los años Lukidella se hizo muy buena amiga de Angelitha, la hijastra de los dueños de la mansión, la cual, sin importar sus diferentes rangos sociales, trataba a Lukidella como a su propia hermana menor, aún con la oposición que mostraba la madrastra de Angelitha ante la ya mencionada amistad entre las dos chicas.

El otoño apenas comenzaba, las hojas de los arboles ya se habían tornado amarillentas y cafés e incluso algunas ya habían caído a causa del gélido viento que soplaba por las noches. Un día como cualquier otro, durante la tarde, llego a la mansión una carta en la que se invitaba a la noble familia a asistir a la cena de selección que se llevaría a cabo en la mansión de la familia MBLEAST, una de las familias más importantes de Kpopland. La cena de selección era una fiesta celebrada por las familias principales de Kpopland en la que los hijos o hijas de cada familia convivían con los nobles del reino para escoger al que seria su futura prometida o futuro prometido.

Cuando termino de leer la carta, aquella mujer abrazo con todas sus fuerzas a las hermanastras de Angelitha, sus hijas de sangre.
Que feliz... dijo sonriendo, casi al borde de las lágrimas de cocodrilo—. Que feliz seria si alguno de esos chicos se fijara en una de mis niñas hermosas.
Si  no es en ti, sera en mi dijo Jessica, la mayor de las dos hermanastras.
Pero seguro que se fijara en mi, no en ti respondió Rubí.
Angelitha sonrió antes de levantar la mirada de su plato vacío y mirar fijamente por un momento a sus primas y tía antes de retirarse del comedor con permiso de su tía.
Hace un año había formalizado su noviazgo con Gikwang, uno de los hijos de la casa MBLEAST, presentándolo a su tía -y ahora su madrastra y tutora- y a su vez, presentándose ante los padres de Gikwang; Hyori y Rain en una galante cena para cuatro en la mansión de dicha familia.

Asomo la cabeza en cada rincón de la mansión en busca de Lukidella hasta que la encontró en lo alto de una de las escaleras, limpiando la baranda.
Lukidella.
Dígame, señorita de inmediato la sirvienta se volvió hacia Angelitha e hizo una reverencia.
¿Puedo subir?
Si, señorita.
No me digas así, boba le recrimino fingiendo un puchero mientras subía hasta el escalón mas alto sobre el que estaba parada Lukidella y repentinamente la abrazo. Tímidamente, Lukidella poso sus manos en los hombros de su amiga.
Angelitha...
Mi hermanita pervertida dijo mientras se alejaba para verla—. Mas te vale que acabes todos tus quehaceres pronto, porque seras mi compañía en una fiesta.
¿Fiesta?, ¿Cual fiesta?, Angelitha.
En dos días harán la cena de selección en la casa MBLEAST y tu me acompañaras.
¡Suena bien! exclamó con mucha alegría Lukidella.
¡Lo se!
Pero tu tía...ella no me permitirá asistir dijo y después hizo una señal de asco metiendo la punta de su dedo índice en su boca abierta.
Eso es lo de menos, yo conseguiré que te de permiso y si no, nos escapamos las dos y ya.
Pero...
¿Pero? ¿Que tienes? A la Lukidella que conozco le agradaría mi idea y se escaparía sin importar el riesgo.
Lo se.
¿Entonces?
Angelitha la miro expectante mientras picaba la mejilla de Lukidella con su dedo índice. La sirvienta comenzó a sonreír ampliamente hasta que rió y picando la mejilla de Angelitha, así como ella picaba la suya, acepto la invitación. Se juntaron en un abrazo y rieron juntas.
¿Aun te queda mucho por terminar? pregunto Angelitha sentándose en un escalón.
No, solo me queda terminar esta baranda y ya.
Okey. Te veré en la cena, bonita.
Si, Angelitha.
Parada allí, recargada en la baranda vio a Angelitha desaparecer por el pasillo hasta su habitación. Termino de limpiar la baranda y bajo la cubeta y los trapos.

Dentro de la cocina había una escalera que subía al cuarto de lavado. La hojalata ya corroída por el tiempo alguna vez había sido cubierta por pintura negra, de la que ahora solo quedaba un cobriza mancha de oxido por doquier. Los escalones hacían ruido cuando las sirvientas iban y venían.

Al bajar la escalera escucho el tintineo de la campana que anunciaba la hora de cenar. Agarro un mandil y lo sujeto con la cinta blanca a su cintura.
¿Que hago?
Lleva el te y la leche dijo Bernardo, el chef de la mansión.
Entendido fue su única respuesta.
Lukidella tomo la bandeja en la palma de su mano y las teteras encima de esta.

En el comedor, las cuatro sillas ya estaban dispuestas a la misma distancia unas de otras alrededor de la mesa. Los platos y los cubiertos ya los habían colocado y las tazas yacían boca abajo al lado d cada plato.
Acomodo las teteras al centro de la mesa y regreso a la cocina. Al fondo había un medio baño y al lado un almacén pequeño. Dejo la bandeja y se acerco al almacén. Atravesó las cortinas tintas, que hacían la función de puerta, con su mano buscando en la oscuridad por el switch de la luz.
Arrastro los dedos sobre la pared hasta que sintió la pequeña lamina de plástico templado acariciarle la piel. Hundió el botón con el dedo índice y los rayos de luz blanca perforaron a las cortinas.

Hizo a un lado las telas y busco con la mirada en los estantes por algo que le sirviera para poner flores, pero parecía que allí no había algo que...¡Oh ¡Eso era perfecto! Un florero blanco, delgado y de cuello largo en el que había pintados un par de pensativos querubines. Pero estaba hasta arriba, en los últimos entre-paños del estante. Pff. Tarea difícil.
Resoplo levantando los cabellos de su flequillo y miro el florero. Se pego lo mas posible al estante y parada sobre las puntas de sus pies se estiro lo mas que pudo. Apenas rozaba el florero con sus dedos.
Respiro hondo y se estiro un poco mas. Milímetros. Solo le faltaban unos pocos milímetros y con un estirón más alcanzo el florero.
Sonrió cuando lo vio entre sus manos y salio apagando la luz para ir a enjuagar el el polvo que se pego a sus manos sudadas. Le tiro el agua sucia y lo lleno con agua limpia. Fue, lo puso en el centro de la mesa y salio a robarse un par de rosas de uno de los floreros que estaban en la sala.

Las diez y media de la noche marcaba con exactitud el canto del reloj cucú que estaba en el comedor. Ya era la hora de cenar y Lukidella estaba libre de cualquier quehacer durante ese divino momento.

Todos los sirvientes cenaban en la cocina y durante la noche hacían su fiesta riendo y comiendo, casi siempre, sobras de las deliciosas cenas que preparaba Bernardo, mientras que en el comedor la cena familiar iba como siempre; en una tranquilidad forzada que cruzaba un incomodo silencio sepulcral.
Angelitha comía en silencio, mirando aquí y allá, aburrida por el ambiente tan solemne. Probo otra cucharada de la crema de zanahoria y dejo la cuchara boca abajo, aun dentro de lo que quedaba de crema. Aclaro su garganta con un trago de agua, limpio sus labios y hablo:
Tía, mañana que vayamos de compras, ¿Puedo llevar a Lukidella conmigo?
La expresión de la mujer se frunció como una hoja de papel arrugada.
¿Para que quieres llevar a esa mensa? pregunto Jessica.
Para que lleve mis cosas mintió. Aguanto un momento para bajar su enojo ante el comentario de su hermanastra y prosiguió—. Es mi sirvienta después de todo, para algo esta aquí.
Bueno, lo pensare y te diré mañana antes de partir dijo su tía tomando otra cucharada.
Esta bien, tía.
Pobre Lukidella rió Rubí—. La quieres tanto y aun así la tratas de tu sirvienta.
Que feo ha de sentir la pobretona.
Las dos rieron escandalosamente viendo a Angelitha, quien solo les hizo un cínica mueca de agrado.
Si, como digan.
Bien, bien, ya cállense que ya es muy tarde. En cuanto terminen se irán a dormir .
Si, mamá respondieron las dos chicas en unisono fastidiadas.
Si, tía contestó Angelitha.
La cena familiar continúo hasta su final. El pájaro cucú canto cuando las manecillas marcaron las once con treinta de la noche mientras los sirvientes terminaban de recoger la mesa.

Ya entrada la noche, Angelitha se coló fuera de su habitación y bajo las escaleras sigilosamente. Abajo de la escalera que subía a las habitaciones se levantaba la puerta cerrada del cuarto de Lukidella.
Giro el pomo y antes de abrir la puerta miro a su alrededor; el pasillo y toda la mansión estaba en absoluto silencio, los grillos cantando una canción de cuna no se veían en los rayos de luna que entraban por los ventanales. Respiro despacio y hondo, y empujo la puerta lentamente hasta que apenas alcanzo a asomar la cabeza dentro de la habitación. Podía distinguir el leve murmullo de la música reproduciéndose en el celular de Lukidella bajo su almohada, mientras que ella ya se había instalado en su cama, casi contra la pared, estirada hasta donde su cuerpo le permitía.
Lukidella.
La ignoro.
Lukis, hey, tch, despierta.
La sirvienta gruño y se movió un poco, acomodándose en la cama.
Perfecto espeto con sarcasmo.
Angelitha abrió la puerta con cuidado y entro en la habitación. Se acerco a Lukidella y prendió la pequeña luz naranja del buro, sujeto uno de sus brazos y la agito así como ella la agitaba cada mañana para despertarla.
Hey, Lukidella, despierta llamo en voz mas alta—. Vamos, despierta, ¿Si?
¿Mmm?
Sonrió cuando por fin salio de su sueño y se incorporo para dirigirle una mirada adormilada.
Mañana tienes que levantarte temprano y acabar pronto tus quehaceres porque tal vez mi tía te permite acompañarme al pueblo.
¿A que?
A comprar mi vestido y todo lo demás para la fiesta y debes ir conmigo.
¿Debo ir?
Claro que si, te comprare algo de ropa porque me acompañaras a la fiesta.
Ah suspiro. Angelitha se preguntaba si Lukidella podía verla detrás de esas lineas que se supone eran sus ojos—. Esta bien.
Bueno ya te avise. Ahora duerme, bonita, nos vemos mañana.
Si, Angelitha, descansa tu también, linda.
Lukidella la vio salir de la habitación. Cuando la puerta se cerro, apago la luz y volvió debajo del pachoncito cobertor de colores, encogida en posición fetal.
Podía escuchar el "tick, tack" del reloj cucu y su estomago se enredo en un doloroso nudo que le daba nauseas. Apretó sus piernas con sus brazos, cerro sus ojos con fuerza e intentó dormir aunque fuese un poco.

█║▌│█│║▌║││█║▌│║▌║© Fanfic Escrito por Shinigami Lukitha. 

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